Margarit. Proyectar el Vacío
Margarit se trata de la rehabilitación de un piso de 1920 en el barrio de Poble Sec de Barcelona. Este proyecto se enmarca dentro de la investigación teórica y práctica “proyectar el vacío”, la cual aboga por transformar la concepción de la vivienda, dejando de ser considerada una mercancía definida por su valor de mercado para ser entendida como una infraestructura definida por su potencial de uso.
En esta propuesta, la arquitectura se concibe como un marco o soporte cuyo vacío garantiza su adaptabilidad, actuando como un catalizador de nuevas formas de domesticidad que trascienden las dicotomías tradicionales entre vivir-trabajar o público-privado. A partir de la definición de lo que denominamos los “medios mínimos para habitar un lugar” – almacenaje, espacios húmedos y circulaciones-, se establece una serie de espacios no programados con potencial para albergar diferentes usos. Por lo tanto, no se busca reducir un espacio a un mínimo sin atributos, sino promover la idea de vacío como lo vacante, una oportunidad. En su condición de vacante, el vacío se convierte en potencialidad de ocupación, aquello que puede emerger potencialmente. Estas sutiles diferencias son las que distinguen lo vacío de lo vacuo.
En este caso, partimos de una vivienda de principios del siglo XX que conseguía encajar cuatro dormitorios -dos de ellos sin ventanas-, recibidor, sala de estar, comedor, cocina, baño e incluso un lavadero en poco más de 60m2. Las habitaciones independientes cumplían estrictamente los mínimos funcionales necesarios, limitando el uso y reduciendo el tamaño potencial de cada una de las estancias. La intervención propuesta se opone radicalmente a este principio, eliminando las particiones existentes en una planta con más habitaciones que ventanas y disolviendo los límites de los usos asociados a cada espacio.
De esta manera, se levanta una caja exenta que contiene el programa húmedo y el espacio de almacenamiento de la vivienda y que funciona como filtro entre las diferentes estancias. Así́, este volumen de madera permite una lectura continua del espacio interior a la vez que tiene la capacidad de segregarlo, convirtiéndose en el verdadero protagonista del proyecto.
Al mismo tiempo, se piensa la zona interior de la vivienda como una yuxtaposición de espacios indefinidos e intercambiables que, gracias al sistema de puertas correderas que aprovecha los huecos existentes en el muro de carga, puede segregarse según las necesidades y el uso de cada uno de ellos. Se trata así́ de un sistema flexible y versátil, capaz de absorber los cambios y evolucionar según las condiciones de quien lo habite.
Fotógrafo: José Hevia
Mobiliario: Cubro Design
Arquitectes per l’arquitectura